Por Francisco García Pimentel Ruiz
Pasé un año en Inglaterra; un país de primer mundo. Fui allí a estudiar una Maestría, porque se reconoce como uno de los países con mejor calidad de vida, más profunda cultura, una increíble historia y gran nivel de estudio.
¿Saben lo que me encontré?
Me encontré un país increíblemente hermoso; pero, como todos, con políticos de derecha e izquierda corruptos e impopulares, con problemas de discriminación grave, con terrible depresión económica, con la mayor tasa de desempleo en décadas, con problemas de migración, con asesinatos y con robos. Un país con leyes absurdas, con famosos ridículos y vulgares, con periódicos de porquería. Un país que enfrenta actualmente una guerra que no se puede ganar contra enemigos que él mismo ayudó a crear. Un país con pobreza, con desigualdad, sumido en el individualismo y la relatividad.
Es decir, un país como todos, con muchos problemas, que en muchas cosas se parece a México.
Digo eso y la gente me pregunta a menudo: Entonces ¿cuál es la principal diferencia entre México e Inglaterra? Y yo les digo: primero, el concepto de patria. Segundo, el concepto de trabajo.
Me explico:
Primero, los ingleses son gente que está orgullosa de ser inglesa. No de dientes para afuera, ni sólo en el mundial, ni sólo en las celebraciones patrias. No sólo para echar balazos o mentar madres. Están profundamente orgullosos de su tierra y de su patria.
Ellos se sienten, por eso, obligados hacia su patria. Uno de ellos me lo dijo con claridad: para cada inglés, su casa es su castillo. Por ello, es verdad que son limpios, cuidadosos y ahorrativos. Porque ellos quieren aportar al país y no se sientan a esperar que el país les de todo.
Ellos saben que hay políticos buenos y malos, fresas y populacheros, de izquierda y de derecha. Con respecto a eso, votan y opinan. Pero ante todo, participan en sus comunidades a nivel local, promueven la cultura en sus colonias y no se sientan a esperar que todo venga desde arriba. Inglaterra es un país que, a nivel local, es dirigido y activado por los ciudadanos; no por la elite política ni por la familia real.
Creo que entienden el concepto de patria, de nación, de república. La patria, para ellos, es de todos. Y eso trae derechos pero, sobre todo, obligaciones. Pagan sus impuestos, ayudan en su colonia, participan en la política, no compran pirata, no dan ni piden mordida, hablan y discuten entre ellos y luego se toman una taza de té.
Jamás escuché a un inglés (y conocí muchos), hablar mal del gobierno o de su país en general frente a mí. Luego uno de ellos me explicó que ellos no suelen hablar mal de su país frente a extranjeros. Cuando alguien de otro país viene a Inglaterra, encuentra, por ello, un país mágico, desarrollado, limpio y alegre. Da la impresión, para el visitante, de que Inglaterra es un país de ensueño.
¿Saben eso qué provoca? Más turismo, más inversión y… más orgullo.
Segundo: los ingleses trabajan. Trabajan mucho. Valoran la importancia del trabajo, desde el punto de vista del trabajador y desde el punto de vista del empleador. Pagan buenos sueldos y trabajan jornadas completas. No están tratando de fregarse uno al otro y, ¿saben? Las empresas funcionan. La gente se siente segura en su empleo y el patrón se siente contento con sus empleados.
¿Saben eso qué provoca? Más desarrollo, más satisfacción y… más orgullo.
Luego volví a México. Un país, como todos, con políticos de derecha e izquierda corruptos e impopulares, con problemas de discriminación grave, con terrible depresión económica, con problemas de migración, con asesinatos y con robos. Un país con leyes absurdas, con famosos ridículos y vulgares, con periódicos de porquería. Un país que enfrenta actualmente una guerra contra enemigos que él mismo ayudó a crear. Un país con pobreza y con desigualdad.
O sea, un país como todos.
Sin embargo, llevo apenas un mes y ya estoy HARTO de que todos se estén quejando todo el tiempo y de que hablen siempre mal de mi país. Estoy harto de que la gente piense que este es un país subdesarrollado, se dedique a hacer huelgas imbéciles y hacer comentarios sobre lo mal que está todo, sobre lo inepto que es el gobernante en turno, sobre lo malos que son los programas de la tele.
Estoy harto de que el taxista, el guía de turismo y todos los que atienden a los visitantes, no hagan más que quejarse de lo mal que está la situación. ¿No saben que el turismo y la inversión extranjera son dos de las principales herramientas para el desarrollo del país? Me desespera que este país esté sumido en la intolerancia y en el pesimismo.
Por eso te vengo a decir lo siguiente:
México es uno de los países más espectaculares y bellos del mundo. Cualquier europeo daría la vida por tener unas playas tan increíbles, una riqueza tan infinita, una variedad tan rica. ¿Somos los únicos que no nos damos cuenta de nuestra propia riqueza cultural, histórica y, sobre todo, humana? El día de hoy, México cuenta con el mayor PIB de su historia, una de las menores tasas de desempleo desde hace décadas, una inflación que nuestros papás no podrían haber soñado, una inversión privada en constante crecimiento y una infraestructura que, créeme, no es mucho peor que la del primer mundo. En Inglaterra también hay baches y los camiones se retrasan a veces.
Si tú crees que México está peor que nunca, una de dos cosas: o has perdido la razón o has perdido la memoria. Pregúntales a tus papás. Pregúntales lo que valía su voto, lo que valían sus ahorros, lo que eran las carreteras. Pregúntales cuántos estudiaban la universidad o la prepa hace cuarenta años.
No soy idiota. Sé que tenemos problemas, muchos y graves. Pero tienes que saber que no somos ni los únicos ni, de lejos, los peores. Hoy México está mejor que nunca en muchos aspectos, y tiene que seguir creciendo.
Por eso, te pido sólo una cosa: piénsalo dos veces cuando hables mal de tu patria. Entre broma y broma, te la vas a acabar creyendo, y luego tus amigos, luego tus colegas, tu comunidad, tu país. Y luego el mundo.
Opina, grita, haz lo que quieras. Pero sobre todo, trabaja y siéntete orgulloso de vivir en un país en donde la gente se cuida, los peatones sonríen, la comida es deliciosa, la cultura es mestiza, las iglesias están llenas, las playas son cálidas, las montañas son majestuosas, las familias están unidas y el clima es fenomenal.
¡Ya quisieran poder decir eso los ingleses!