sábado, 29 de agosto de 2009
El viaje hacia uno mismo
I know I am not one of the best people to talk about this, because I've fallen in such deep depressions because of loneliness that I just can't say I'm qualified to give advice, but all I can say is that it's up to us to get rid of the negative feelings and it's also up to us to give us another chance.
I am also going through the same process Ulises mentions in his entry. I also feel how the world has turned so cold, I still wonder where my happy moments went. I miss them. I miss my friends, we all have chosen a path and we live it. Something that makes me really happy is to see my friends do what they want, and then seeing them achieving their own goals.
I hope I can soon achieve my own goals. Let's just make this trip into us and we will find a bit of the strength we need to overcome any situation that faces us.
domingo, 23 de agosto de 2009
¿Por qué escribo?
Antes solía escribir en las últimas páginas de mis libretas escolares, pues siempre sentía necesidad de alejarme de mis compañeros para escribir o describir todo lo que acontecía a mi alrededor. Con el tiempo, comencé a desarrollar una serie de códigos, pues lo consideré necesario porque a pesar de que me gustaba mucho escribir, siempre sentí que todo lo que escribía era muy secreto y algo que sólo debía conservar para mí. Así que creé mis propios alfabetos, cuyo código lo fui confesando a mis amigos para que pudieran tener acceso a esa área de mi mente que sólo podía expresar en palabras escritas.
Después llegó la época en que comencé a aprender inglés y mis escritos tuvieron una evolución, pues empecé a escribir en inglés. Una vez más, haciendo cada vez más hermético el acceso a mis pensamientos pues pocos de mis amigos podían entender este idioma. Pero como todo ¿no?, mis amigos fueron aprendiendo inglés y tuve que encontrar una nueva manera de mantener mis ideas sólo para mí. Así que combiné aquellos alfabetos que había creado hacía algunos años con mi nueva arma: el inglés.
Mis escritos relataban mis experiencias, mis enamoramientos, mis dudas, mis pensamientos, mis aventuras, mis secretos, mis historias fantásticas; siempre el escribir me ayudó a salir de grandes depresiones, pero no sólo para eso, pues también escribía los días que en aquel entonces consideraba serían inolvidables.
Recientemente comenzó otra etapa en que eliminé todos los alfabetos que había creado…de hecho, ahora no podría escribir nada en esos alfabetos, pues he olvidado la mayoría de la simbología que creé. Tal vez aún pueda leer algunos de esos textos. Esta etapa fue la de escribir en otros idiomas. Definitivamente el inglés me ha permitido expresarme mucho mejor que los demás idiomas. Tal vez porque fue una de mis primeras armas para mantener mis pensamientos en secreto.
Después hubo una etapa en que me dio por escribir cuentos cortos. Y finalmente me encuentro ingresando a una nueva etapa de mi etapa como escritor en que aún no sé qué elementos surgirán.
Creo que después de todo este choro no he respondido a la pregunta. Escribo porque ha sido mi herramienta para expresarme, para mantener mi vida en equilibrio, pero también ha sido un modo de evadir mi realidad.
Tema 7. La (R)Evolución Humana
Comenzaré con la universidad. Todo terminó, ese proceso llegó a su fin y empiezo a cuestionarme ¿veré a mis amigos? ¿seguirán siendo mis amigos? ¿de qué hablaremos cuando los vuelva a ver? ¿se casarán? ¿saben qué quieren de su vida? ¿soy feliz? ¿qué necesito para ser feliz? ¿qué es lo que en verdad deseo lograr? ¿cuál es la justificación de mi trascendencia? ¿qué sigue? ¿sigo estudiando? ¿trabajo? ¿dinero? ¿salud? ¿tiempo? ¿trabajo? ¡trabajo! Y ahí da inicio el preludio de un miedo, un miedo que se hace cada vez mayor. Me siento un inepto, incapaz de lograr las cosas, veo que tenía planes pero éstos se derrumban y no porque yo quiera, sino porque otras razones. Me doy cuenta que las cosas no dependen enteramente de mí, hay otros factores X, Y y Z, variables que pueden modificar el producto, cambios de planes inesperados, soluciones de última hora mal elaboradas, obstáculos de todo tipo que perturban mi mente con ideas de: estoy perdiendo el tiempo, se me va la vida, ¿qué hacer? ¿de qué me sirvió mi plan de vida? Tengo miedo, mucho miedo... el mundo es más cruel de lo que esperaba... el mundo lo creaba yo, ahora se que mi mundo permaecía inmutable, ahora está totalmente vulnerable al mundo de los demás. Convivimos miles de mundos diariamente, nunca estamos solos. Paradójicamente, me siento más solo que nunca.
El segundo aspecto es el familiar, todo esta bien aparentemente, siento el apoyo dela familia, no obstante hay un mínimo detalle que se esconde en las faldas patriarcales de mi casa... la responsabilidad... mi familia tiene expectativas, yo tengo expectativas, todos tienen expectativas, el miedo crece con el fracaso, se dispersan las arenas movedizas del hogar. Tengo miedo en defraudarme a mí. Tengo miedo en defraudar a los demás, no vivo solo en este mundo.
El tercer aspecto es el anímico, que engloba todo y se ve afectado por todo, mis sentimientos hacia la vida, mis relaciones humanas y afectivas:
El mundo me parece cada vez mayor. Antes lo veía con otros ojos, todo era pequeño y cercano, ahora todo es frío y perturbador, lejano y aterrador. Crecen mis temores. Siento en mí algo obscuro que aumenta de tamaño, devora mis entrañas, devora mi razón. Soy un maniquí del sistema, un maniquí de los demás, un maniquí que no controla sus actos ni sus sentimientos, simplemente me dejo controlar. Más me aterra la duda de no saber si aborrezco esos sentimientos o en verdad me gusta ser así, un simple maniquí inútil, que no puede hacer las cosas por él mismo. ¿Odio? No sé que es el odio, todo el mundo le da una definición y yo no entiendo de definiciones, sólo conozco el amor. Sí, amor. Siento algo, me gusta, creo que es amor. Cuando veo una cuerda, la observo detenidamente con ojos de cariño, mi mente vuela y se imagina el placer de la sensación de mi cuerpo cuando esas fibras tocan la piel de mi cuello, como ese beso erótico que te enchina la piel, y más aún me extasia imaginarme como mi último respiro sería como aquel orgasmo nunca disfrutado, porque este orgasmo sería único, sería un orgasmo conmigo mismo, no como aquellos orgasmos comprometidos con alguien, un alguien que sólo sería un instante, una promesa temporal que pareciera ser eterna, un alguien que te hiciera imaginar sentimientos. Es por eso que imagino. Imagino el placer de la cuerda, el amor por la cueda. Siempre, al ver la cuerda, la toco con mis yemas de los dedos y siento cada partícula de ésta, toco mi piel y dejo que cada vello se erotice. El miedo crece, el placer aumenta. El orgasmo culmina, dejo todo atrás, tiro la cuerda y quiero llorar, pero no hay lágrimas. Si veo algún objeto filoso como un cuchillo o una navaja vuelvo a imaginar, sueño con el amor, con la sangre, el amor es sangre, el placer. Siento como el frío filo de la navaja no se compara para nada con el frío sentido todos los días en mi soledad. Ese frío me reconforta. Sin embargo esta vez no imagino, esta vez comulgo con la navaja y, lentamente, veo cómo la sangre brota y no se puede parar. Como hierve la sangre y se derrama. Me causa mucho placer. Rojo, es el color del amor ¿no es así? La sangre es cálida, eso sí se siente bien. Por primera vez siento que mi cuerpo está caliente, el frío de la mirada de los demás se desvanece. La soledad ya no está sola, ahora se encuentra conmigo y con la sangre. A la soledad le gusta la sangre. Mis piernas se tiñen de rojo. Ya no siento ese vacío ni ese miedo. Ya no siento ese pinchazo en mi músculo bombeador de sangre. Siento el éxtasis a flor de piel. La navaja me entiende mejor que nadie, mejor que aquella persona que me decía amar, esa persona no sabía lo que era amar. Ahora yo lo entiendo, he creado una relación muy personal con el dolor, amo el dolor. Antes, cuando me perdía en mis pensamientos me daba mucho miedo descubrir cosas de mi. La soledad era mi única confidente. Siempre ha sido mi única confidente, ella me entiende a la perfección. Las personas nunca me han comprendido cómo lo ha hecho la soledad. Ella fue la única que nunca me ha abandonado, es por eso que me conoce hasta el más mínimo secreto.
Cuando despierto aún tengo la sangre en mi cuerpo, pero ya no me gusta, el rojo purpúreo en el que se convierte la sangre me da asco, me perturba. La sangre ya no es cálida, ahora es algo frío y seco. Me ha traicionado. Me ha traicionado como todas las personas lo han hecho. La sangre que es parte de mí me ha traicionado como yo mismo me he traicionado a mí. Sin embargo la soledad me acompaña, permanece. Me quedo en brazos. Me da permiso de permanecer ahí, solos, ella y yo. Uno al otro. Contándonos las más divertidas anécdotas con risas sinceras y miradas sarcásticas. La soledad se ríe discretamente, respeta el silencio y mi tranquilidad. Recuerdo a las personas y las comparo con la soledad, y veo que ellas tienen sus problemas, no los enfrentan como lo hace mi amiga. Poco a poco me acaricia las heridas, me reconforta. Me abraza fuertemente. Me siento bien. Por primera vez las lágrimas sí brotan, y lo hacen abundantemente. Son cálidas. Amo la soledad. Permanece conmigo, no se va, cuando cierro los ojos me da un último beso. Ese beso que tanto anhelé recibir. Me susurra al oido canciones de cuna. Me acaricia el cabello. Se mete en mis heridas y las hace sanar. En mi interior llena ese vacío que antes tenía. El miedo desaparece. Me seca las lágrimas y me deja descansar. Cierro los ojos y siento una última caricia en mi rostro. Una cálida caricia que me hace sentir tranquilidad. Tiene ahora mi confianza. Es una gota salada de la soledad. Ella me ha entendido toda la vida, así que ahora me duermo y me dejo llevar...
domingo, 16 de agosto de 2009
Sobre mis sueños
Los sueños nacen y también se olvidan.
Tema 6: ¿Por qué escribo?
Personalmente cuado escribo por lo regular lo hago para cuestionar algo, y sé que ustedes también. Ejemplo vivo de lo que digo es este blog en el que hemos cuestionado varios temas. Pero alguna vez se han cuestionado ¿por qué escriben?
De entrada la primera justificación que me di cuando me cuestioné eso fue que era por la capacidad de abstracción del ser humano que nos permitía la creación de un lenguaje, oral y escrito. Y entonces se daba ya de forma natural.
La segunda idea fue: no todos escriben, en el sentido de producción de texto e ideas y no sólo de dejar una nota en el refrigerado que diga “Voy a llegar tarde. Besos”. Escriben quienes razonan y son capaces de pronunciar sus ideas.
Pero a decir verdad, cuando se escribe no necesariamente se razona, más bien uno se pierde, se busca en las palabras. Por eso cuando yo escribo me siento interminable.
Una letra, una palabra, una oración, metáforas, castillos, párrafos, escribo, borro, y si mis palabras salen amorosas, tiernas, tristes o melancólicas no es problema mío es de mis sentidos.
Escribo en esas pequeñas soledades que me acompaña cada día. Escribo hasta que se me empiezan a enfriar las manos, después los ojos, la voz, los sentimientos y las palabras.
Te haz preguntado alguna vez ¿a dónde van los sueños cuando no duermes? Los míos se van a las palabras, a estas letras necias que no dejan de llover.
Por ello, todo cuanto escribo es una retrospectiva finita de lo que soy y no he podido ser.
Soy una retórica que no se deja abrir, una pregunta que flota en el aire, una respuesta que no cae. Escribo por la necesidad de ser.
La verdad es que escribo también sobre lo que siento, lo que me hace vivir, escribo lo que callo, lo que no digo. Y también lo que no siento y perdí en el intento.
Todas esas cosas que no puedo expresar con una sonrisa son las que escribo, tal vez por ello parezca un chico triste... sólo en ratos y a veces, no siempre.
En suma, cuando escribo no necesariamente razono, más bien me pierdo, me busco en las palabras... y me siento interminable.
Y ustedes ¿por qué escriben?
La canción de la semana se llama QUE EMANEN y me gusta la letra, describe muy claramente porqué escribo: para que emane lo que hay dentro de mí.
Que emane como la sangre
Deja que emane, que emane, que emane
Que corra, que escurra, que brote, que fluya
Como emana la sangre en una herida abierta
Que fluya, que siga, que se diluya
Que corra, que no se detenga en mi cuerpo
Que no me envenene por dentro
Que siga…
Mi cuento de "fantasmas"
Espero les guste y me digan qué opinan, y si entienden de qué se trata.
Un saludo a todos!!!!!
Si no me hubieras conocido Marianela
Nunca pude olvidar la primera vez que me hizo sentir así. Cuando la conocí mi cuerpo completo se cimbró desde lo más profundo de mi ser, ni el viento ni mi voluntad pudieron detener mi inevitable caída al desconcierto cuando la tuve frente a mí.
Con su llegada quedaron atrás aquellas tardes soleadas y despreocupadas en el kiosco de San Luis, de mi bello San Luis de la Paz, los niños corriendo a carcajadas y las palomas navegando por la plaza. No hubo más sonrisas, los días se hicieron un poco más oscuros, ya no me dejó en paz.
En mi casa todo siguió con una calma aparente, como si no pasara nada. Ellos no sabían lo mal que me hacia su visita.
- Deja de llorar que muy pronto se marchará...
Parecía como si mis padres aprobaran su llegada, como si mis palabras enmudecieran ante su necia ignorancia.
Cada vez que sentía una extraña opresión en el pecho sabía que estaba por venir, era angustiante aquella conexión que establecieron mis sentidos y su llegada. Cuando sabía que estaba por entrar, corría debajo de la cama para que nadie me viera ni me escuchara temblar y sollozar, asustada, perdida, temerosa de lo que pudiera ser.
- ¡Es ella, es ella, está aquí otra vez! Virgencita de Guadalupe no me dejes sola, no quiero que vuelva a hacerme lo que ayer.
Comencé a estremecerme con su presencia, sentía como me tomaba y me hacia suya poco a poco hasta perder la conciencia. El aire adquiría un espesor agotante, la habitación se reducía a mi cuerpo.
El sudor que brotaba a chorros por mi piel se deslizaba por mis sienes, mi cuello, mis muslos y mi abdomen, mis huesos vibraban sin control y toda la sangre que en mí fluía ardía como magma que bajaba de un volcán. Mi cuerpo entero se convulsionó sin un sentido ni justificación.
Cuando se marchó, una incesante calma se apoderó de mí como queriendo ahogar con lágrimas el recuerdo de su visita. Recé tres noches seguidas para que no volviera.
No pasa nada - me dije una vez - sólo enfréntala y no volverá más a invadir estos terrenos que sólo a ti te pertenecen. Sonaron bonitas aquellas palabras de consuelo mas nunca fueron verdad.
Aún no comprendo quién la llamó o cómo es que llegó tan repentinamente a mi vida. Pero un día me arme de valor y decidí terminar con ella.
Fui a visitar a un viejo amigo de la familia para que me dijera qué hacer, no me dio respuesta inmediata, pero cuando lo hizo supe que no había marcha atrás. Sus palabras fueron un completo desconsuelo. Lo viví sola sin contárselo a nadie.
Días después ella llegó de nuevo, yo estaba sentada en aquel enorme patio de casa que se vestía de fiesta los domingos familiares, miraba los helechos amarillentos que pedían por un poco de agua, y los rosales bien cuidados de mi madre que me generaban envidia de todo el tiempo que ella les dedicaba, al fondo el viejo pozo que cavó el abuelo en sus mejores tiempos; la jacaranda al centro del patio con su sombrilla violeta, no me dejará mentir sobre lo que sucedió.
Podía ver como se acercaba a mí, corrí desesperadamente buscando refugio, auxilio. Mi respiración se agitaba más con cada paso, aquel patio se convirtió en un laberinto que no me dejaba ver su salida, no olvido esa horrible sensación de sentir sus pasos tras mi cuerpo queriendo hacerlo suyo.
Me topé con el viejo pozo y decidí acabar con ella. Maldigo el día en que te conocí y entraste a mi vida, le dije al mismo tiempo que la arrojaba por aquella excavación húmeda, no sé de donde saque fuerzas para hacerlo, pero después de eso una inacabable paz recorrió todo mi cuerpo, no sentía más temor, había terminado todo ya.
Recordé entonces las soleadas tardes en el kiosco de mi bello San Luis, las risas de los niños y las parejas de enamorados que de la mano se paseaban entre la gente, las campanas de la iglesia resonando en mis oídos, el sabor del agua de jamaica que bebía para apaciguar el calor, la sensación de mi cuerpo despreocupado que hace tiempo no sentía.
Ahogada en el fondo del pozo, nadie supo más de ella. Epilepsia, Marianela tenía epilepsia, confesó alguien alguna vez.
--O--
jueves, 13 de agosto de 2009
Soñar no cuesta nada... Soñar vale todo
Si deseas que tus sueños se hagan realidad, Despierta!!Ambrose Bierce
Secuencia de pensamientos
y ustedes se dirán "el tema 3 ya lo pasamos", sucede que no quiero dejar de responder la pregunta de GIO, porque yo pienso en muchas cosas. Pienso en la luz, en las aves, en la pelusa de mi ombligo, en las piñas, en el amor, en la lava. La lava es muy caliente, por eso es un lugar en donde no quiero poner los pies. No me gustan las cosas calientes. Me gustan las cosas tibias como los brazos de mi madre, mi cuerpo después de haber hecho el amor o las palabras sentidas desde el corazón. Los chocolates en forma de corazón son lo más cursi que he visto. No me gustan los chocolates, sólo lo tomo con leche tibia. La leche es buena por el calcio, eso dicen los doctores. De niño yo quería ser doctor para curar todos los males de mi mamá. De mi niñez también recuerdo a Remi, una caricatura que pasaban en la tele, cada vez que la veía me inundaba la tristeza y me daban muchas ganas de llorar. Mi papá regañaba a mi mamá porque la culpaba de que yo fuera un chillón, decía que me consentía demasiado. Supongo que por eso ahora que he crecido difícilmente mis ojos llueven lágrimas, nunca lloro. Mi papá me lo dijo cuando era niño. Siempre les agradeceré a papá y mamá el haberme dado una carrera universitaria. Lo que más voy a recordar de la universidad son los momentos con mis amigos. Quiero mucho a mis amigos. También me quiero a mí, pienso que soy la mejor compañía que me puedo encontrar, pero a veces, también la peor. A la gente le gusta estar acompañada por eso siempre reniegan de la soledad. La soledad duele. ¡Ay dolor ya me volviste a dar! Pero quizás el peor dolor de todos sea el dolor sin sitio. Te duele pero no sabes dónde, por eso no lo puedes curar. Una vez llevaron a curara a mi abuela con una señora que vivía a las faldas del Popocatepectl. La señora nos contaba que la gente del lugar tenía miedo de que el volcán “explotara” y les cayera lava encima y los quemara. La lava es muy caliente, por eso es un lugar en donde no me gustaría poner los pies. En eso pienso. Yo pienso en muchas cosas.
martes, 11 de agosto de 2009
I have a dream...
domingo, 9 de agosto de 2009
Tema 5. Tus sueños recurrentes
martes, 4 de agosto de 2009
Mi propia experiencia
domingo, 2 de agosto de 2009
Tema 4: Cuento de fantasmas
El hombre ha buscado perpetuar su existencia de diferentes maneras, la trascendencia es prueba irrefutable de ello; nuestro andar en este camino puede marcarse en otros, no estamos solos.
El enigma que persigue a la muerte, el fin de las funciones vitales, la coexistencia al olvido, ha sido la obsesión de los vivos desde el principio, para traspasar lo que un día fuimos hay que doblegar las barreras del tiempo.
Las manifestaciones de los que fueron aparecen ante algunos para dar un mensaje, el recordatorio de la vida.
"La fiesta en la sala”
Basado en un hecho real
Cuando eres estudiante sabes que te sales de tu casa para todo, menos para estudiar, tenía yo 23 años y "estudiaba" en Guanajuato la carrera de Comercio Internacional (misma que terminé 10 años más tarde en otra Universidad después de perder el tiempo en Houston), casi no asistía a clases, pero los miércoles no faltaba a la parranda con los amigos en el centro, conocíamos gente y bebíamos, en esa época casi no dormía pues la noche era larga y el día demasiado corto, no quería dejar escapar la vida que se me iba por las manos; a menudo pernoctaba en las bancas de las iglesias, simulaba estar orando y me quedaba dormido sin hacer ruido, en más de una ocasión la gente me despertaba preguntando por qué lloraba, en realidad no lo hacía, me salía alcohol por los ojos, indignados me corrían pero yo no quería hacerlo, simplemente no tenía otra opción, mi departamento se encontraba en las afueras de la ciudad.
Cierto miércoles bebimos hasta sudar margaritas, y pedí a Jonás, un compañero de la Universidad que me diera asilo, ya no quería despertar en las iglesias; él vivía en el centro de la ciudad en una casa antigua propiedad de su familia, era demasiado austera, tenía dos habitaciones, un baño, cocina, sala y comedor, todos conectados entre sí como en línea recta y para tan poca distribución de los espacios, puedo decir que estos eran amplios. Vivía solo con su madre, pues era hijo único. Para no importunar a su madre, me ofreció hospedarme en el sillón principal de la sala, muy cómodo por cierto, me dio sábana y almohada, el cubículo era demasiado oscuro, tenía un vitral cubierto por cortinas en el centro de la pared que da a la calle y había poca ventilación, solo las habitaciones tenían ventanas, pero esa sensación nocturna era justo lo que necesitaba, para ser las dos de la tarde, solo quería descansar y aún cuando ya no estaba ebrio, definitivamente no iría a clases, Jonás se fue a la Universidad, me dejó las llaves, un poco de jugo y un pan sobre la mesa de centro, estaba solo en la casa.
Cerré las pesadas cortinas de la sala, ya no había brillo y solo silencio, cansado me recosté en el sillón, no supe más de mi. Habrían pasado treinta minutos cuando una música antigua, como de un fonógrafo me arrancó del sueño, abrí los ojos y me encontraba en medio de una reunión social del Siglo XIX (lo supuse por las ropas), hombres de traje y sobrero de copa con los bigotes rectos, calvos sujetando sus lentes con las manos, mujeres con vestidos en holanes, blancos y largos, los peinados estilizados, abanicos que se mecían, maquillajes muy acentuados, el zapateo armónico de unos danzantes, las carnes firmes, por todo aquello puedo decir que eran como personas, unos charlaban plácidamente, otros soltaban carcajadas, muchos bebían en copas elegantes mientras sorbían con abolengo, pero lo más espantoso fue ver como algunos me miraban fijamente a los ojos conforme iba despertando, sonreían, volteaban las cabezas, la fiesta se detuvo, me llamaban con la mano, -ven- se leía en sus labios vivos de muerte, me tapé con la sábana, quería verlos desaparecer, como las pesadillas de sueños nocturnos, esto no era aquello, me pellizqué tan fuerte hasta marcarme la piel, era inútil en la realidad estaba yo con ellos, me destapé y seguían dispersos en la sala, seguía la música, seguía la reunión, me llamaban, el sonido agrio del fonógrafo desgarraba mis oídos, carcajadas silenciosas, ven, ven, risas, miradas locas, sombreros de copa, bastones, trajes negros, frente a mí la fiesta de la locura, sudaba frio, contaba, respiraba hondo, los miraba, no se iban, los veía, no se acercaban, me llamaban, quería gritar, quería llorar, quería salir volando, todos me veían cual bicho raro, cual engendro mal vestido, cual prole viviente, ya no hacían sus cosas, era yo quien estaba en sus ojos, en su frio firmamento, me cubrí la cara, bajé las manos y ahí seguían, me armé de valor levantándome rápidamente del sillón, encendí una a una las luces de la sala, abrí las cortinas y poco a poco se desvanecieron entre el resplandor del vitral, ya todo había pasado, me senté en el sillón y me puse a llorar como nunca en mi vida.
Experiencia (adaptada para este ejercicio) de mi primo Benjamín, contada en los tortuosos caminos de la Sierra de Victoria.